Amistades extrañas que queman. Se esconden, se ocultan hasta que se pierden.
Amanecen en ocasiones, solo cuando abres la persiana y asomas el vaso de la
noche anterior para dejarlo en la repisa. Son amistades que sufren de
Alzheimer, pero no quieren tratamiento. ¿Miedo al recuerdo? No fue tan oscuro,
creo que fue lo más claro. Quizás confundí la blancor con la niebla. Estaba
subida en la montaña y todo se veía muy bien desde tus alturas. Yo ya sumaba
las cuentas, me iba para la salida disparada cuando me dijeron que no había
pagado. Las cosas nunca son fáciles. Ese es tu secreto que no sabes y que solo
sé yo. Es la clave que define lo que soy: esclava de silencios, exploradora de
lo que no se siente y cazadora de recuerdos.
¿Qué compartimos? Y hablo en pasado. Solo banalidades, pero
muchas en número; los quilates se guardan, no vaya a ser que haya un robo. ¿Qué
compartimos? Y hablo en presente. Tus murciélagos en la cueva, mis pájaros ya
los veo tan altos que casi no los alcanza mi vista. Y yo comparto, pero no
contigo. Comparto cafés aguados con el mundo, cervezas corrompidas, bailes con
la pena e imposibilidades. Sigue siendo mi pasatiempo favorito el de la
imposibilidad, pero ya no le encuentro el encanto. Prefiero emborracho de
chocolate. Me pierdo en palabras para tratar de leer lo que nunca escribiste.
Busco una puerta que un día vislumbré pero no está, no sé cuándo se ha ido,
tampoco cuándo volverá. Fuera de esa puerta todo es mentira y declaro que
dentro está la verdad.
Pero volvamos a extrañas amistades. ¿Por qué hablamos de
verdad? Yo nunca supe, si saber es verdad. Inventé yo lo conocido a imagen de
mis anhelos. Pregunto a las olas, al cielo, a la lluvia y al recuerdo. Vaya
donde vaya pregunto y me responde siempre el silencio, o será que silencio es
la respuesta. Porque tú eres silencio.
¿En qué punto te perdiste? Yo puse bien cada señal.
¿Quién
bautizo esto como amistad? Yo no quise nunca que lo fuera. Alguien se equivocó de nombre…
Cómo se notan los textos de estómago. María, este texto se puede respirar, llega.
ResponderEliminarUn beso, Loba
El alzheimer es inherente a la amistad
ResponderEliminarrepresenta la cruel paradoja de una verdad
que trascurre relativizada por el afecto
que se enmascara con alas de viento
para volar desde la fraternidad al devaneo
provocado por una inyección de ese veneno
tan ácido, tan dulce, tan amargo, tan narcotizante
tan infame, tan desgarrador, tan seráfico, tan recalcitrante
que anhela que las más que viejas amistades vuelvan a resurgir
pero que el alzheimer del enoja hace imposible rememorar
ahogando las gargantas que imploran desesperadas el cantar
de besos y caricias, de abrazos y despedidas,del porvenir.