viernes, 30 de marzo de 2012

Tazas de vacíos


Se sentó en la terraza. Estaba a la sombra mientras los tulipanes se abrasaban. Aunque hubiese 32 grados ahí afuera, ella abrazaba su taza de té humeante. Té de mango y papaya con sobre y medio de sacarina. ¡Cuánto abusamos de la sacarina en tiempos de azúcar! Ahora se arrepentía…
Daba vueltas a la cuchara, que dibujaba una danza lenta en su aquel dulce mar. La sumergía, la giraba y la sacaba a la superficie para que después volviera el té a la taza en cascada. ¡Qué aguado estaba! ¿Cómo iba a estar sino si el té era agua? Agua disfrazada, nada más. Tanto había soñado que ya hacía del té chocolate.

Ensimismada con su taza, con el tintineo de la cuchara y ese silencio falso de la naturaleza que no calla, el té se acabó. Y ahí se quedó la taza vacía. Con cuidado la examinó. Solo había un pequeño poso, no aprovechable, solo una gota. La taza estaba vacía, quizás ella también lo estaba.

Entonces entendió que el vacío tan solo era la prueba de que algo había habido en su interior. 

4 comentarios:

  1. Mi escritora, lo tuyo son los microrrelatos sin duda. Lo guardo como uno de mis favoritos, sino el más. Delicadeza.

    Un saludo, Loba

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  2. Me alegra que te guste. Los microrrelatos llegan a la cabeza sin ningún sentido y ellos solos acaban teniéndolo.
    Tú te quedas con la poesía, maestra.

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  3. No esta mal, pero tendrás que mejorar si quieres ganarme en el concurso de RNE jejeje .

    En serio, muy chulo.

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    1. Ni lo había pensado...Además, creo que se queda un poco corto para el concurso.
      No te duermas en los laureles que te pillo!
      Gracias por el comentario, aunque este sea muy diferente a los anteriores ;)

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