domingo, 12 de febrero de 2012

Carta a una amiga de agua



Sé que tienes miedo a deshidratarte y todos lo tenemos. Por eso, tú cogiste un vaso donde depositar tus esperanzas. Fue todo muy rápido, o quizás no tanto, pero aquel recipiente gota a gota de agua se llenaba. El vaso pasó de medio vacío a medio lleno, de lo sano a lo irracional. Entonces llegó tu amigo el miedo, aquel que te tatuaron en la piel. Ambas somos conscientes de nuestros pies enredadizos. El vaso estaba a punto de llenarse. El peligro de un vaso colmado era latente, un solo tropiezo y el agua se derramaría. Te dejaría seca y eso es algo que no puede sucederle a una mujer de agua.

Tú quisiste ver la catástrofe y siempre ávida e inteligente hilaste lo que para mí es tu desastre.  Cogiste otro vaso, más grande, para que no pueda el agua escaparse. También pensaste en la fragilidad del anterior que podía romperse en un pasional beso al suelo. Por ello, elegiste un vaso de plástico no tan bello, pero más resistente. Ahora llegaba la tarea de pasar el agua de uno a otro.  Por muy cuidadosa que fueras, he de decirte que se escaparon algunas gotas fugitivas, que volaron al frío suelo y podrían hacerte resbalar. ¡Mucho cuidado amiga agua! Si cayeses, te volverías a secar.

Dejando a un lado a las presas fugadas, el vaso de plástico se comenzó a llenar. Lo conseguías, te escondías en tu seguridad. Te tratabas de convencer de que tu segundo vaso era mejor; pero encarcelando el agua, te encarcelas a ti misma, porque tú eres agua. ¿Para quién serán ahora tus gritos de libertad? Tú que tanto luchaste por ella, ahora te empeñas en encarcelar para ser víctima y verdugo.

Yo quisiera recordarte, algo que crees olvidar. Por mucho que insistas en encerrarlo siempre escapa de tus labios, el poder de aquellos dos extraños de tus líneas. Quisiera que no olvides el poder del sol, ¿verdad que a él no lo puedes encarcelar? Tú nuevo vaso puede ser grande o más resistente pero no lleva el caudal de agua del anterior (ya te dije que se escaparon algunas gotas y que el otro no se vació). Por ello, te advertiré (o más bien refrescaré tu memoria) diciéndote que existen miradas derretidoras. Tan solo una de ellas sería suficiente para evaporar el agua de tu vaso resistente y dejarlo vacío. Y es que eso es para mí, un vaso vacío que tú imaginas llenar.

¿Te das cuenta de la fragilidad del segundo vaso? ¿Puedes apreciar su falsedad? El sol saldrá cada mañana a bañar tu piel, a poner fin a la existencia del segundo vaso. Simplemente te tiene cegada su inmensidad. Sé que es verdad que en el primer vaso el agua se asoma al borde y podría escapar, pero yo te acompañaré con un paraguas bocabajo para detener a las bandidas antes de su beso húmedo con la tierra. Esta es mi propuesta y todo lo que te quería recordar. Dudo que logre convencerte amiga de agua, a veces dulce, a veces salada. Tienes la fuerza de las olas pero también eres piscina, por el cloro aletargada.  

2 comentarios:

  1. Marea. Marea el ritmo de las olas.

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  2. El agua puede fluir al mismo ritmo que el tiempo, es decir, trepidante, salvaje , descontrolada. El agua da vida, evoca periodos donde los ojos son el más claro reflejo del alma o de un corazón moribundo por dentro y alegre por fuera.El agua no es más que otra vil metáfora de la vida, porque ella es causante de ella y forma parte de la nuestra. El agua puede la trae la tormento, convirtiéndose ella en algo subversivo, demencial y maquiavélico. Perdona que mi comentario no tenga sentido, no coherencia. Pero es que el agua es puro poesía, puro llanto vetusto.

    Firmado: Bertolt Brecht, iconoclasta de nacimiento.
    PS: A ver cuando la del primer comentario se pone escribir que ya le toca.

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